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Enciendo una luz, para ver mejor lo que viene

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Ayer estaba en Melbourne en un concierto, y sólo bastó cerrar un poco los ojos en el avión, casi pestañear y encontrarme hoy aquí. Ya no recuerdo, y no sé si fue el cansancio que se entrelaza con el sueño de estos viajes largos e interminables que siento a mi alma vagar entre el sueño y realidad, a la vez me hacen cuestionar si es que tenemos un botón escondido en algún lugar para el modo automático. El hecho es que amanecí aquí, una vez más en un Hotel.

Y hay días como este, que el sólo hecho de salir de la cama cuesta, pero aquí vamos de pie nuevamente, observando desde la ventana de este hotel de una ciudad distinta, que hoy parece cargar con el peso de la gente que va caminando por sus calles.

Hoy llueve sobre esta ciudad y mientras lo hace me deja ver el reflejo de mi rostro en la ventana, que me hace reflexionar acerca del día en el que me encuentro. Sí, lo recuerdo, hoy es vísperas de año nuevo y una interrogante cruza mi mente… ¿podrán las personas cumplir todos sus propósitos que hacen cada inicio de año? ¿Logran todos cumplir con sus promesas? O van caminando y a medida que se acercan las fechas modifican los suyos para intentar cumplir en parte con ellas. Quizá otras no las cumplan y no cumplirlas es sólo la excusa para proponerse más el año siguiente y decir con fuerza que sí, que este año sí.

Y yo, aquí, en ese hotel mientras cae la lluvia, observo nuevamente con cierta luz el reflejo de mi rostro en la ventana, pienso que en este año no cumplí con mis propósitos, lo acepto, y no es que tuviera muchos, además.

Mientras sonrío voy pensando o recordando tal vez lentamente, que en el camino encontré fuerza, motivación, deseo y propósitos verdaderos, cosas reales que cumplir, verdaderos propósitos para seguir.

Sé que el camino no está hecho, y hoy, precisamente hoy, encenderé una luz por ese camino que jamás antes creí encontrar.

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